Bishop Cotta’s September 2018 Reflection My Dear Brothers and Sisters,
As we prepare to welcome the season of autumn, we are blessed to have within the month of September several Marian feasts: September 8, the Birth of Mary; September 12, the Holy Name of Mary; and September 15, Our Lady of Sorrows. Also, in the middle of the month, on September 14, we have the Feast of the Exaltation of the Holy Cross. The month reminds us of Our Lady’s role within the mystery of salvation. This role led her, and begs us to join her, at the foot of the Cross. During this month, let us remember Our Lady’s birth and uphold her holy name. Let us know we have a “blessed” Mother who accompanies us in all of our sorrows. She stands steadfast at the foot of the Cross of her Son as she stands at the foot of our personal crosses. With her at our side, let us uphold the triumphant Cross of Jesus. Let us know that our sins, the sins of the Church and of the whole world are nailed to the wood of the Cross. Let the light of the Cross of Jesus Christ be exalted! May it illuminate this present world which finds itself immersed in darkness and confusion. Even the Church has been impacted by this darkness!
The Body of Christ, the Church, is presently experiencing “a crucifixion,” inflicted by this insidious darkness. To address it, to confront a darkness that is spiritually rooted, we must combat it with the spiritual. It is not enough, only, to confront it with more programs and policies of prevention. It must be integrated with the grace of vigilance which begs us to stay close to the victorious light that is Christ, Himself. At this time, more than ever, our eyes must be “fixed” on the Crucified and Risen Jesus. He will get us through this. He will be the One to heal those who have been hurt and victimized. We pray these brothers and sisters of ours will be receptive to Christ’s grace of deliverance and healing. It is his grace that will assist them to move forward with a renewed sense of wholeness. As we turn to his mercy, and pray for them, let us turn to Christ and say: “Jesus, only say the word and their souls, their whole being, will be healed!”
On September 15, as we acknowledge Our Lady of Sorrows, let us remember it is she who reminds all of us of the importance and value of repentance and ongoing conversion, prayer and fasting. She tells us all is to be done in reparation for our own sins, the sins of the Church and the sins of the whole world. In the midst of it all, let us never forget that “the Light” will always overcome the darkness- always!
May the Cross of Jesus be exalted now and forever! May the wounded Body of the Church rise above all that attempts to destroy it. “We adore O Christ and we praise you. Because by your holy cross, you have redeemed the world.” Mary, Mother of the Church, pray for us. Be our refuge!
In the Peace of Christ, Bishop Myron J. Cotta
Reflexión de Septiembre del 2018 Mis Queridos Hermanos y Hermanas,
Mientras nos preparamos para recibir la temporada de otoño, tenemos la bendición de tener en el mes de septiembre varias fiestas marianas, el 8 de septiembre, el nacimiento de María; 12 de septiembre, el Santo Nombre de María; y el 15 de septiembre, Nuestra Señora de los Dolores. Además, a mediados del mes, el 14 de septiembre, tenemos la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. El mes nos recuerda el papel de Nuestra Señora dentro del misterio de la salvación. Este papel la llevo y nos suplica que nos unamos a ella, al pie de la Cruz. Durante este mes, recordamos el nacimiento de Nuestra Señora y mantengamos su santo nombre. Háganos saber que tenemos una Madre “bendita” que nos acompaña en todos nuestros dolores. Ella se mantiene firme al pie de la Cruz de su Hijo mientras esta parada l pie de nuestras cruces personales. Con ella a nuestro lado, defendamos la Cruz de Jesús triunfante. Háganos saber que nuestros pecados, los pecados de la Iglesia y de todo el mundo están clavados en el madero de la Cruz. ¡Que la luz de la Cruz de Jesucristo sea exaltada! Que ilumine este mundo presente que se encuentra inmerso en la oscuridad y la confusión. ¡Incluso la Iglesia ha sido impactada por esta oscuridad!
El Cuerpo de Cristo, la Iglesia, está experimentando actualmente “una crucifixión”, infligida por esta oscuridad insidiosa. Para abordarlo, para enfrentar una oscuridad espiritualmente arraigada, debemos combatirla con lo espiritual. No es suficiente, solo enfrentarlo con más programas y políticas de prevención. Debe integrarse con la gracia de la vigilancia que nos exige permanecer cerca de la luz victoriosa que es Cristo mismo. En este momento, más que nunca, nuestros ojos deben estar “fijos” en Jesús Crucificado y Resucitado. Él nos ayudara a superar esto. El será el que sana a los que han sido heridos y victimizados. Oramos para que estos hermanos y hermanas sean receptivos a la gracia de Cristo de liberación y curación. Es su gracia lo que les ayudara a avanzar con una renovada sensación de plenitud. Al acudir a su misericordia y orar por ellos, volvamos a Cristo y digamos: “¡Jesús solo di la palabra y sus almas, todo su ser, será sanada!”
El 15 de septiembre, al reconocer a Nuestra Señora de las Dolores, recordemos que es ella quien nos recuerda a todos nosotros la importancia y el valor del arrepentimiento y la conversión permanente, la oración y el ayuno. Ella nos Dice que todo debe hacerse en reparación por nuestros propios pecados, los pecados de la Iglesia y los pecados del mundo entero. En medio de todo, no olvidemos nunca que “la Luz” siempre superara la oscuridad, ¡siempre!
¡Que la Cruz de Jesús sea exaltada ahora y para siempre! Que el cuerpo herido de la Iglesia se eleve por encima de todo lo que intente destruirlo. “Te adoramos, O Cristo y te alabamos. Porque por tu Santa Cruz, has redimido al mundo.” María, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros. ¡Se nuestro refugio!